Cómo combatir dolencias leves nosotros mismos

Cómo combatir dolencias utilizando correctamente el servicio de urgencias

Muchas veces, ante una dolencia o malestar, acudimos al servicio de urgencias más cercano para que los profesionales médicos evalúen nuestro problema. Es una reacción muy normal y que muchas veces nos aporta una solución efectiva, aliviando nuestra situación.

Pero hay ocasiones en que nos preocupamos en exceso y ello nos lleva a saturar innecesariamente el servicio de urgencias, cuando en realidad podríamos solucionar nuestro malestar siguiendo unos sencillos consejos. Esto es un problema, ya que cuando ocurre restamos dinamismo al sistema de atención de estos servicios sanitarios provocando que personas que quizá tengan una dolencia más importante no reciban los cuidados que necesitan en el momento adecuado.

Ello no quiere decir que no debamos acudir a urgencias, pero sí que es mejor identificar cuándo conviene hacerlo y qué situaciones podemos resolver por nosotros mismos. Por supuesto, cuando nuestro malestar es muy acusado, no sabemos a qué se debe o conocemos sus causas y es necesaria la ayuda apremiante de un profesional médico, la visita al servicio de urgencias es obligada. Allí los profesionales de la enfermería, personal especializado en la asistencia de urgencias gracias a los conocimientos obtenidos en formaciones como un curso de atención prehospitalaria, sabrán ofrecernos soluciones a nuestro problema, proporcionándonos los cuidados que necesitamos.

Cómo combatir dolencias leves nosotros mismos

Si identificamos nuestro malestar, conocemos sus causas y no necesitamos la atención urgente de un médico o enfermero, podemos aliviar los síntomas siguiendo unos simples consejos.


Algunas dolencias que no necesitan necesariamente la atención de un profesional de urgencias podrían ser un resfriado leve, un suave dolor de cabeza, un dolor muscular poco pronunciado o un dolor de estómago poco acusado. Veamos cómo remediarlos todos:

  • Cuando sufrimos un resfriado leve, los síntomas más habituales son dolor de garganta, congestión nasal y mucosidad, tos y en ocasiones cansancio generalizado. En estos casos, si la situación no se agrava, lo más recomendable es guardar reposo, beber mucha agua y tomar pequeños sorbos de agua templada con miel y limón para la garganta. Además, el limón y la miel tienen propiedades antibióticas naturales.
  • Un dolor de cabeza poco pronunciado puede llegar a ser bastante incómodo aun así, disminuyendo nuestra capacidad para concentrarnos. Por eso, si es de intensidad leve, un suave masaje en las sienes puede aliviarlo. Y aunque es un remedio poco conocido, beber un gran vaso de agua también puede ser de ayuda, ya que en muchas ocasiones un pequeño dolor de cabeza está relacionado con una falta de hidratación de nuestro organismo. Otras veces se debe al estrés, por lo que encontrar un momento para relajarnos, realizar varias inspiraciones profundas y descansar tumbado unos minutos nos puede ir muy bien para mitigarlo. Si este dolor aparece con cierta frecuencia, no estaría de más evitar sustancias como el café o el alcohol, así como realizar ejercicio físico moderado que nos permita liberar tensiones acumuladas.
  • Ante un dolor muscular leve, lo mejor que podemos hacer es descansar y no forzar el área afectada. Muchas veces estos dolores se deben a un sobreesfuerzo o a una mala postura al dormir, así que con no forzar los músculos implicados durante un par de días puede ser suficiente para que el dolor se vaya solo. Si no es así, acude a tu médico de cabecera.
  • Si lo que nos duele un poco es el estómago, lo más probable es que algo de la comida anterior nos haya sentado mal. También es posible que estemos desarrollando un resfriado, una gripe o tengamos un virus estomacal, que en ocasiones producen estos síntomas. Si nuestras deposiciones son menos sólidas que de costumbre, estas pueden ser las causas. Para sobrellevarlo, come arroz hervido un par de días aderezado con unas gotas de limón. Si por el contrario no es así y presentan su aspecto normal y/o el dolor persiste, entonces acude a la consulta de tu médico para que evalúe cuál es la causa.

Y por encima de todo, no te auto-mediques con antibióticos. Es lo peor que puedes hacer por ti y por los demás. Estarás debilitando tu cuerpo de cara a futuras infecciones y harás que las cepas de diferentes bacterias se hagan inmunes a los medicamentos, lo que va en contra de todos nosotros. Tu médico es el único que puede recetarte antibióticos si lo considera necesario, no lo olvides.

Share this post

Comments

comments