Dieta baja en sal

Cómo combatir la hipertensión con una comida baja en sal

La sal es un condimento muy arraigado en nuestra cultura culinaria. Echamos sal a todo: a la ensalada, a la carne, al pescado… incluso a alimentos que ya incluyen un gran porcentaje de sal, como cuando nos preparamos unas tostadas con jamón serrano y añadimos sal al pan, algo totalmente innecesario.

El exceso de sal en la comida, además de camuflar el sabor auténtico de aquellos alimentos que nos llevamos a la boca, influye negativamente en nuestra salud, produciendo que nuestra presión arterial se dispare, lo que se conoce como hipertensión.

¿Qué es la hipertensión?

La hipertensión es una dolencia consistente en el aumento de nuestra presión arterial. Ésta es una medida de la fuerza que la sangre ejerce en las paredes de las arterias. En muchos casos no presenta síntomas, pero las consecuencias de la hipertensión arterial incluyen problemas del corazón y de los riñones si no se diagnostica a tiempo, por lo que es importante medir la presión arterial cada cierto tiempo, sobre todo al llegar a cierta edad, alrededor de los 50-60 años, o de manera periódica durante la etapa adulta si se padece alguna enfermedad como diabetes, problemas renales o cardiopatía.

¿Cómo preparar deliciosas comidas sin sal para prevenir la hipertensión?

Como la mejor arma para combatir cualquier enfermedad o dolencia es prevenir, es importante destacar que una de las mejores formas de cuidar nuestro cuerpo para que no sufra hipertensión es no darle más sal de la que necesita. Por eso, una dieta baja en sal es una gran opción para mantener nuestra presión arterial equilibrada y, de paso, aprender a degustar la auténtica esencia de los alimentos. Además de cocinar reduciendo la cantidad de sal que empleabas habitualmente o suprimiéndola del todo, puedes aprovechar también ofertas en alimentación para llenar tu cesta de productos bajos en sal.


Aunque a estas alturas estarás pensando en lo difícil que es pasar de una dieta rica en sal a otra en la que apenas está presente. Y tienes toda la razón: las primeras semanas, cuando uno come reduciendo la sal que emplea en sus comidas la sensación es de que los alimentos no saben a nada, están sosos y no apetecen demasiado. No te alarmes, es normal, y con el tiempo le cogerás el gustillo a su auténtico sabor, libre del tan solicitado cloruro sódico.

Aquí van unos trucos para que, sobre todo al principio, no te sea muy difícil comer sin sal o en muy poca cantidad:

  • Utiliza especias que den aroma y sabor a tus carnes y pescados. Orégano, albahaca, hierbas provenzales… son completamente naturales e inocuas, aportando un sabor característico libre de sal. Puedes usarlas también en caldos y sopas.
  • Agrega limón a tus platos. Este cítrico dota de un sabor muy característico a cualquier plato que se te ocurra, y es muy beneficioso para la salud por sus propiedades antioxidantes.
  • Utiliza aceite de oliva, que conferirá un sabor único y espectacular a todas tus recetas, además de ser muy saludable.

Como ves, para preparar sabrosos platos no es imprescindible utilizar la sal, así que da rienda suelta a tu creatividad culinaria empleando otros ingredientes más sanos a la vez que cuidas de tu salud.

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